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Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. En ese tiempo, Dios le habló en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías. Juan iba por toda la región del río Jordán, anunciándoles a todos que cambiaran su manera de pensar y de vivir, y que se bautizaran para que Dios les perdonara sus pecados. Esto estaba de acuerdo con lo que había escrito el profeta Isaías:

«Alguien grita en el desierto:
“¡Preparen el camino para el Señor;
    háganle caminos derechos!

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